Las cámaras de mayor presión (por encima de 1.5 ATA y hasta 2.0 o más) son utilizadas en entornos profesionales donde se aplican protocolos intensivos, cerrados y temporales para tratar condiciones concretas. En estos casos, el tratamiento se limita a un número definido de sesiones.
Una cámara portátil que trabaja entre 1.3 y 1.5 ATA es perfectamente adecuada para este uso continuado. De hecho, es la opción más segura, práctica y sostenible para obtener beneficios duraderos.